En el corazón de la Ciudad de México, una propiedad que alguna vez fue el hogar de Roberto Gómez Bolaños, el inolvidable Chespirito, sigue siendo objeto de fascinación y misterio. Más allá de su valor histórico y arquitectónico, la mansión ubicada en la colonia Insurgentes San Borja, en la intersección de Sacramento y Eje 6 Sur (Ángel Urraza), ha ganado fama por las intrigantes historias de supuesto carácter paranormal que giran a su alrededor. Testigo silencioso de los años más prolíficos del querido comediante, la casa se ha convertido en una leyenda urbana en la capital mexicana.

Tras el fallecimiento de Chespirito en 2014, Florinda Meza, su viuda, decidió poner la residencia a la venta. En su momento, Meza explicó que su motivación era buscar una vivienda más pequeña, ya que la mansión era “muy grande” para ella sola, especialmente después de haber albergado a “seis hijos y doce nietos” en celebraciones familiares. El anuncio se hizo público en una conferencia de prensa, y fue a partir de entonces que las versiones sobre extraños acontecimientos dentro del inmueble comenzaron a cobrar fuerza, trascendiendo en medios de comunicación y redes sociales.

Florinda Meza y Chespirito. (Instagram)

A pesar de contar con múltiples atributos que la hacen atractiva, la mansión ha permanecido sin comprador durante años. Su precio original de 34 millones de pesos mexicanos (aproximadamente 1.83 millones de dólares) tuvo que ser reducido significativamente a 27 millones de pesos mexicanos (casi 1.45 millones de dólares) debido a la persistente falta de ofertas concretas. Esta dificultad para venderla, para muchos, no es una simple cuestión de mercado.

Varios habitantes del vecindario han compartido relatos de episodios fuera de lo común que se han producido en los alrededores de la propiedad. Entre los testimonios más frecuentes, se mencionan ruidos inexplicables durante la noche, puertas que se abren y cierran sin que haya una explicación lógica aparente, e incluso la aparición de sombras que, según algunos, parecen asemejarse a la figura del propio Chespirito.

Estas versiones sostienen que la supuesta presencia del actor permanece en la mansión, atribuyendo a este fenómeno el fracaso en la venta del inmueble. Todos estos comentarios han alimentado la leyenda de una casa “embrujada”, donde el espíritu del creador de personajes tan icónicos como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado se niega a abandonar su último hogar terrenal.

La propiedad en sí misma es impresionante. Destaca por su estilo Art Decó y sus dimensiones poco habituales en la zona: un terreno esquinero de 700 metros cuadrados y 900 metros cubiertos, distribuidos en dos estructuras. Una es la casa principal, y la otra es una construcción anexa que Chespirito utilizó como su oficina personal, un espacio donde, sin duda, se gestaron muchas de las ideas que divirtieron a millones de personas.

En su interior, la mansión cuenta con tres amplios dormitorios, una extensa biblioteca que probablemente albergó los volúmenes de un lector voraz como Gómez Bolaños, varias salas de estar, un comedor espacioso, una cocina funcional y una fascinante cava subterránea. El exterior no se queda atrás, con cuidados jardines adornados con fuentes, una cochera con capacidad para hasta diez vehículos, y los necesarios cuartos de servicio y de lavado.

En cuanto a la decoración, la casa se ofrecía originalmente tal como la había disfrutado la familia Gómez Bolaños. Esto incluía muebles cuidadosamente seleccionados, una vasta colección de memorabilia que evocaba la trayectoria de Chespirito, y numerosas fotografías familiares que atestiguaban los momentos vividos en ese hogar. Incluso una de las habitaciones favoritas de la familia fue especialmente equipada por Florinda Meza para albergar su particular colección de muñecas antiguas, un detalle que añade un toque personal y único a la propiedad.

El barrio de Insurgentes San Borja, en el sur de la capital, mantiene un encanto residencial con características arquitectónicas distintivas de las décadas de 1940 y 1950. A pesar de que algunos inmuebles han dado paso a nuevos desarrollos, el entorno sigue siendo apacible y tradicional, contrastando quizás con la efervescencia de la leyenda que rodea a la mansión de Chespirito.

Más allá del atractivo que ejercen estas leyendas, la mansión representa una parte tangible del legado que Chespirito dejó no solo en México, sino en toda América Latina. Quienes atribuyen los sucesos paranormales al profundo apego del comediante por este lugar, encuentran en los testimonios locales y en la historiografía popular los elementos que han forjado la fama de este inmueble. La casa de Chespirito, a pesar de la significativa rebaja en su precio, parece seguir reclamando el recuerdo de uno de los grandes genios de la televisión, resistiéndose a cambiar de dueño y perpetuando su aura de misterio.