El 8 de abril de 2025 quedará grabado en la memoria de la música latina como un día de profunda tristeza y conmoción. Ruby Pérez, una de las voces más icónicas y apasionadas del merengue, perdió la vida en un trágico accidente que dejó a sus millones de seguidores y a toda una nación en estado de shock. Lo que debía ser una noche de fiesta y celebración musical, se convirtió en una tragedia inolvidable cuando el techo de una discoteca en Santo Domingo colapsó inesperadamente, llevándose consigo la vida del artista que se encontraba en el escenario, entregando su característico entusiasmo y pasión al público.

Según los desgarradores testimonios de quienes presenciaron el desastre, la voz inconfundible del cantante seguía resonando en el aire incluso mientras los escombros se precipitaban sobre el lugar. Los equipos de rescate lucharon contra el reloj en una carrera desesperada, pero la esperanza de encontrarlo con vida se desvaneció rápidamente. Finalmente, su hija Sulinka y su madre, Lidia Pérez, confirmaron la devastadora noticia: Ruby Pérez había fallecido, dejando un vacío inmenso en el corazón del merengue y en la vida de quienes lo amaban.

Un Ídolo de Dos Mundos: La Estrella y el Padre

Rubby Pérez artista que murió al desplomarse un techo, tenía una hija  colombiana

La partida de Ruby Pérez no solo dejó un hueco irremplazable en el panorama musical, sino que también abrió la puerta a un lado más íntimo y personal del artista. Su hija Sulinka, conmovida por el duelo y por el deseo de honrar la memoria de su padre, compartió historias y sacrificios que pocos conocían. Para ella, Ruby no era simplemente la estrella que cautivaba multitudes; era, sobre todo, un padre cariñoso, protector y un hombre que enfrentaba sus propias batallas personales lejos de los reflectores, con una entereza que solo los más cercanos podían apreciar.

Desde muy pequeño, Ruby soñaba con una vida completamente diferente: anhelaba ser jugador profesional de béisbol. Sin embargo, un desafortunado accidente a los 15 años truncó ese sueño atlético. Fue este giro inesperado del destino el que lo llevó a descubrir su verdadero talento, una voz prodigiosa que, sin saberlo entonces, lo encaminaría hacia un camino lleno de desafíos que, con el tiempo, lo consagrarían como una leyenda indiscutible del merengue.

El éxito, sin embargo, no llegó sin un costo personal inmenso. Ruby Pérez enfrentó enfermedades que mantuvo en secreto, ocultándolas de sus fans para no preocuparlos. Cada concierto, cada presentación, era una demostración no solo de su talento, sino de su fuerza interior y una determinación inquebrantable. Sulinka recordó cómo su padre ensayaba incansablemente, a menudo hasta quedarse sin voz, impulsado por una promesa que se hacía a sí mismo: nunca decepcionar a su amado público. Esta dedicación absoluta a su arte y a su audiencia definió su brillante carrera, convirtiéndolo en un verdadero ícono.

Pero esta entrega total también significó renunciar a momentos cruciales con su familia. Ruby no pudo estar presente en los últimos momentos de su propia madre, su abuela y su padre, ausencias que siempre llevó consigo como una herida silenciosa en el alma, un peso que cargaba a pesar de la alegría que brindaba en el escenario.

Un Legado de Amor, Pasión y Perseverancia

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La relación entre Ruby y su hija Sulinka estaba llena de amor, complicidad y una profunda conexión. Aunque para el mundo entero él era una estrella brillante, para Sulinka siempre fue, simplemente, “papá”. En una emotiva entrevista, la joven expresó su inmensa gratitud por el legado de su padre, recordándolo como el pilar fundamental de su familia y un ejemplo viviente de perseverancia, humildad y amor incondicional. “Aunque hoy no estés físicamente aquí, quiero que sepas que siempre fuiste el centro de mi universo”, confesó Sulinka, con unas palabras que resonaron en el corazón de todos.

Ruby Pérez no solo dejó una huella imborrable en el merengue; también dejó una profunda marca en la vida de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo y amarlo. Su voz potente, cargada de emoción y sabor caribeño, seguirá resonando en cada rincón donde se escuche su música. Canciones como “Te recordaré” se han convertido en verdaderos himnos que trascienden generaciones, llevando consigo la esencia de un hombre que vivió con pasión y se entregó por completo a su arte.

La tragedia que se llevó a Ruby Pérez de manera tan abrupta también ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida y la importancia de celebrar y valorar a quienes amamos mientras aún están con nosotros. Su hija Sulinka ha hecho un llamado a los fans para que mantengan vivo el legado de su padre, pidiéndoles que continúen escuchando sus canciones y compartiendo sus historias. “Cada vez que escuchen una de sus canciones, háganlo con la misma alegría y el mismo espíritu con los que él solía pararse sobre el escenario”, pidió Sulinka, invitando a la celebración de su vida.

Rubby Pérez, una de las víctimas del derrumbe en República Dominicana -  Prensa Arizona

El impacto de Ruby Pérez en el merengue y en la música latina es, sin duda, incalculable. Fue un embajador vibrante de la alegría caribeña, un puente entre el sentimiento y el movimiento, y un ejemplo de resiliencia para quienes enfrentan las adversidades de la vida. Su existencia estuvo marcada por momentos de lucha, pero también por una entrega incondicional a su público y a su familia. En cada escenario que pisó, Ruby dejó una parte de su alma, transformando cada presentación en una experiencia inolvidable.

La discoteca donde ocurrió la tragedia se ha convertido, espontáneamente, en un lugar de homenaje para los fans que buscan despedirse de su ídolo. Flores, velas y mensajes de amor llenan el espacio, recordando a Ruby Pérez como el corazón vibrante del merengue, un artista que entregó su vida a la música. Su legado artístico vivirá eternamente, inspirando a nuevas generaciones a seguir sus pasos y a luchar incansablemente por sus sueños.

Ruby Pérez no fue solo un cantante; fue un símbolo de pasión, amor y perseverancia. Su música, cargada de emoción y autenticidad, seguirá siendo un refugio para quienes buscan consuelo o una razón para celebrar. Aunque su partida deja un vacío imposible de llenar, su espíritu vive en cada nota, en cada acorde, en cada recuerdo que dejó en los corazones de sus admiradores. A medida que el mundo del merengue llora su pérdida, también celebra su vida y el inmenso legado que nos dejó. Ruby Pérez nos enseñó que, aunque la vida esté llena de desafíos, siempre se puede encontrar belleza en la lucha y esperanza en la música. Su historia es un recordatorio de que los verdaderos ídolos nunca desaparecen; se transforman en inspiración y en recuerdos imborrables. Hoy, más que nunca, el nombre de Ruby Pérez resuena con fuerza, no como un adiós, sino como un eterno agradecimiento. Gracias, Ruby, por regalarnos tu voz, tu pasión y tu corazón. Tu legado vivirá para siempre en la música y en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de escucharte.