En la icónica vecindad de “El Chavo del Ocho”, la incansable Doña Clotilde —apodada cariñosamente “La Bruja del 71″— persiguió el amor de Don Ramón con pasteles, pollo asado y hasta unas gorditas pellizcadas. A pesar de sus románticos esfuerzos y sus célebres gritos de “rorro” y “muñeco” en el patio, Don Ramón siempre rehuía, sintiendo un escalofrío que se volvió un sello distintivo de su personaje. Esa era la historia del libreto magistralmente creado por Roberto Gómez Bolaños, un guion que nos hizo reír y enternecernos por décadas.

Pero detrás de la comedia, en la vida real, los actores que les dieron vida a estos entrañables personajes, Ramón Valdés y Angelines Fernández, compartieron un vínculo mucho más profundo y sincero que la pantalla no siempre mostró. No era un romance, sino una amistad genuina y un cariño inquebrantable que los acompañó hasta la eternidad. La muerte los unió para siempre: Ramón Valdés falleció en 1988, y pocos años después, en 1994, Angelines Fernández también partió, dejando un legado de cariño y admiración mutua que ha sido revelado por sus seres queridos.

Una Amistad Forjada en la Adversidad y Cosechada en la Comedia

Por qué la tumba de la "Bruja del 71" está cerca de la de "Don Ramón"? - La  Prensa Gráfica

“Se tenían un cariño precioso. Ella era adorable y mi papá siempre se expresó de ella de una forma muy dulce, muy entrañable. Era una amistad muy bonita”, afirmó Carmen Valdés, hija de Ramón, en una emotiva entrevista con el medio argentino El Nueve. Este testimonio revela una faceta de la relación entre los actores que el público no conocía a profundidad, una amistad que se gestó mucho antes de que se convirtieran en los legendarios vecinos de la televisión.

La historia de Angelines Fernández es, en sí misma, una epopeya de valentía. Llegó a México en la década de los años 40, huyendo de una España devastada por la dictadura de Francisco Franco. Había sido una activa participante en la resistencia republicana, y su vida corría un grave peligro en su país natal. Tras cruzar el Atlántico, encontró no solo refugio y libertad en México, sino también una nueva oportunidad para desarrollar su carrera como actriz.

Fue precisamente durante esa época dorada del cine mexicano cuando Angelines conoció a Ramón Valdés. Aunque él aún no era la estrella internacional que llegaría a ser, ya contaba con fuertes conexiones en el medio artístico gracias a su famoso hermano, Germán Valdés “Tin Tan”. Ambos coincidieron en algunos rodajes cinematográficos, y la chispa de una amistad genuina nació casi de inmediato. Angelines, con su fortaleza y su conmovedora historia, admiraba profundamente la humildad y el sentido del humor de Ramón. Él, por su parte, encontraba en ella una mujer valiente y con una vida que lo conmovía.

Con el paso de los años, sus caminos se cruzaron de nuevo gracias al genio de Roberto Gómez Bolaños. Fue “Chespirito” quien los reunió en “El Chavo del Ocho”, asignándoles los roles de dos personajes opuestos: la mujer que acosaba amorosamente y el hombre que la evitaba a toda costa. Sin embargo, la química entre Ramón y Angelines en el set no era actuada; era el reflejo de una conexión real. Se entendían con solo una mirada, improvisaban con una libertad asombrosa y se reían con la complicidad de verdaderos amigos y cómplices.

Un Adiós Desgarrador y un Vínculo para la Eternidad

Ramón Valdés y Angelines Fernández fueron esposos en El profe, película de  Cantinflas | El chavo del 8 | México | Cine y series | La República

La profundidad de esta amistad se hizo dolorosamente evidente cuando Ramón Valdés falleció en 1988. Angelines Fernández fue una de las personas más afectadas por su partida. Asistió a su velorio y, según el desgarrador relato de Carmen Valdés, no paró de llorar junto al ataúd de su amigo. Permaneció en silencio durante dos horas enteras, despidiéndose en la intimidad de un hermano del alma, un compañero de vida y risas.

Años más tarde, la propia hija de Angelines, Paloma Fernández, confirmaría también que su madre siempre consideró a Ramón Valdés como su “mejor amigo en la vida”, un testimonio que subraya la magnitud de la relación que compartían.

Durante los actos fúnebres de Ramón Valdés, un momento particular conmovió a los presentes: Angelines Fernández se acercó al ataúd de su gran amigo y le susurró unas palabras al oído. El contenido de esas palabras nunca fue revelado a la prensa por la actriz. Sin embargo, Carmen Valdés, la hija de Ramón, cree que Angelines pudo haberle dicho una de las frases que resonarían en la vecindad de forma diferente: “Allá nos vemos ‘rorro’, allá nos vemos’”.

La historia de Ramón Valdés y Angelines Fernández nos enseña que, más allá de los personajes y los libretos, existen conexiones humanas que trascienden la fama y la pantalla. Una amistad que, aunque la muerte haya separado físicamente, se mantiene viva en el recuerdo y en el corazón de quienes conocieron la verdadera entraña de este inolvidable par.